Cuando en 1998 Craig Mello y Andrew Fire descubrieron el ARN de interferencia, toda la comunidad científica se empezó a entusiasmar. Y no sólo por el descubrimiento de algo totalmente nuevo, si no por la aplicación tan interesante que suponía: bloquear la expresión de los genes que se quisiera de una forma fácil y barata.
En California, John Rossi prestó especial atención. Llevaba toda su vida científica intentando usar el ARN para luchar contra las enfermedades y esta era la herramienta que necesitaba. Así, en 2.002, su grupo fue el primero en bloquear la expresión de una proteína del virus del SIDA usando el ARN de interferencia. El resultado: una tremenda reducción de la multiplicación del virus.
De todas maneras, el virus del SIDA es famoso por su gran capacidad de mutar y evolucionar rápidamente, por lo que no fue hasta 2.005 cuando dieron con la solución. Comprobaron que podían limitar enormemente la multiplicación del virus durante largos periodos de tiempo si reducían la expresión de varias de sus proteínas esenciales. Es algo así como las diferentes pastillas que tienen que tomar en la actualidad los enfermos de SIDA.
Pero una cosa son los experimentos en el laboratorio con células de la sangre y otra es lo que pasa en un organismo. Hasta 2.007 no fueron capaces de perfeccionar el sistema para que, a la vez que efectivo, no fuera tóxico para los ratones. Con estos y muchos más datos, en mayo de 2.007 la agencia estadounidense del medicamento autorizó probar su estrategia en enfermos. Era la primera vez que se autorizaban unos ensayos clínicos basados en el ARN de interferencia.
Pero no iba a ser fácil. Para empezar, tardaron casi un año en producir el material suficiente para tratar a 6 pacientes. Así, hasta febrero de este año no consiguieron su primer voluntario, y el segundo no apareció hasta marzo.
Tres de los tratamientos han fallado y dos de los pacientes se han arrepentido y han dejado el tratamiento. A día de hoy, sólo queda un paciente en el que parece que el tratamiento va funcionando.
Como podéis ver, la Ciencia avanza paso a paso, aunque más lenta de lo que quisiéramos todos.
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